Rogativa a la Virgen de las Angustias en el año 1905. En primer plano el sacerdote Don José de Julián. Fuente: Archivo Francisco Javier Castellano. Fototeca Pasión por Montoro |
Francisco Aguilar Pérez
Texto originariamente escrito para el “Boletín de la Cofradía del Cristo de la Misericordia y la Virgen de las Angustias del año 2013”.
La primera vez que vi esta fotografía me la enseñó nuestro cronista oficial de Montoro en su despacho del Ayuntamiento hace unos meses. Desde el primer momento me sentí muy sobrecogido al contemplarla, sin saber explicarme el porqué, incluso hice un breve comentario en el blog de historia al respecto cuando Pepe la colgó, el caso es que me impactó.
Pepe en aquella conversación me llamaba la atención sobre el cura que aparecía en la toma, siendo la única imagen que tenemos de este personaje tan controvertido de la historia de Montoro; el “Cura don José de Julián y Barrigón”. También me llamaba la atención para que me fijase en el tipismo de los personajes que aparecían. A mí me llamaba la atención todo eso sin duda, pero además la imagen de la antigua Virgen de las Angustias me ha atraído muchísimo como siempre que he tenido la oportunidad de contemplarla en fotografías antiguas, tanto por su belleza expresiva como por su atuendo profundamente tradicional; su manto negro bordado artísticamente en plata, su rostrillo, pero sobre todo como digo; por la expresión de su cara inclinada al mirar al hijo muerto, de una belleza y tristeza sobrecogedora, muy parecida a la actual Virgen de las Angustias, pero sin llegar a ese nivel de maestría y perfección de la antigua.
Primer plano de la antigua Virgen de las Angustias de Montoro. Fuente: Hnos. Aguilar Pérez. Fototeca Pasión por Montoro |
Yo ya había visto el
rostro de la Virgen más de cerca en otra buenísima fotografía que
editó en 1999 la Cofradía del Cristo de las Penas en el “Álbum
Fotográfico de la Antigua Semana Santa de Montoro” colgada
recientemente en la “Fototeca de Pasión por Montoro”
, y que casualmente prestó el original mí familia para que
fuera reproducida. Esa precisa fotografía es la tuvo mí abuela Ana
Moreno Luque durante más de cincuenta años guardada celosamente,
denotando el cariño que le había profesado y le profesaba a esa
imagen y de la que le resultaba muy difícil olvidarse, aún
transcurridos muchos años de su destrucción salvaje en julio del
36. Concretando un poco al haber sido arrastrada por las
principales calles montoreñas, en los primeros días de la Guerra,
sucesos que mi abuela Ana vio con sus propios ojos y con todo el
dolor de su corazón, incluso ella misma pudo guardar y recoger un
resto de una de las manos de su querida imagen, que alguien le dio
para no comprometerse, y que mi abuela devolvió en una pequeña
urna a la Ermita de San Sebastián pasada la Guerra Civil, donde
todavía se conserva delante de la nueva Virgen traída en los años
40. Dicha mano está repleta de anillos correspondientes a promesas
realizadas por vecinos del barrio, uno de ellos debido a una promesa
que ella misma realizó en esa época convulsa y que la Virgen le
concedió milagrosamente, pero eso es un pequeño secreto familiar…
Bueno, cuando hace unos
días pude copiar esta fotografía en mí ordenador y verla más
detenidamente, me fijé en la niña de pelo largo ondulado cubierto
con un pequeño pañuelo y con vestido de lunares blancos que está
justamente delante de un hombre con bigote que la coge amorosamente,
y que lleva sobre su hombro derecho las andas de la Virgen.
Mano de la antigua Virgen de las Angustias de Montoro ubicada en la Iglesia de San Sebastián. Fuente: Pedro J. Delgado |
Me llamaba poderosamente la atención esa niña sin saber porqué, y además no podía dejar de mirarla, sabía que la había visto antes y no me podía explicar en donde, pues la toma fotográfica tiene más de 100 años, era muy extraño que yo pudiese conocer a alguien entre esos personajes. Aún así, se me ocurrió una idea, una intuición, que acabó siendo cierta, comparé a esa niña con una foto de 1935 de mi madre, sorprendentemente pude comprobar cómo se parecían ambas niñas, no siendo definitiva la comparación. Se pasaron algunos días y recordé que una vez viendo una foto antigua con mi madre hace años, me comentó que la única foto que tenía de su abuelo, mi bisabuelo, que se llamaba Pedro Moreno, era la que teníamos precisamente ese día en las manos. Ayer fui a mi casa para volver a ver esa foto, mi sorpresa fue mayúscula, ese hombre era el mismo y además no solo eso, sino que estaba recortado de la misma foto de la Virgen que me enseñó mi amigo Pepe Ortiz, incluso el recorte en forma de tarjeta postal con fondo blanco intentaba disimular torpemente el varal en el hombro.
Por tanto estaba viendo a mí bisabuelo y a mí abuela muy niña, que además era hija única, junto a su querida Virgen de las Angustias, acompañada de su padre que casi no conoció, pues lo perdió siendo ella joven, a causa de una epidemia de fiebre que se dio en Montoro a comienzos del siglo XX, según me comentó mi madre. Estaba contemplando la historia viva del porque del amor incondicional que mi abuela Ana y mi propia madre profesaban y sentían por su queridísima Virgen de las Angustias, y porqué en mi casa existe un baúl en el cual durante muchos años se conservaba una parte de la ropa de la Virgen: una camisa de lino antiquísima primorosamente bordada como de bolillo para ser más exactos. Camisa que mi madre y mi tía Pepa planchaban primorosamente todas las semanas santas de mi niñez y llevaban a la Ermita de San Sebastián, para que la llevase la nueva Virgen en la novena y no sé si en la procesión del Viernes Santo.
Esa niña que contemplamos ahora en la fotografía y que yo conocí en los años setenta ya muy mayor, era la que siendo ya una mujer con tres hijos, vio destrozar calle El Santo abajo, treinta años después de la toma de esta fotografía a su querida Virgen de las Angustias, imagen que un lejano día había portado su padre con tanto orgullo y devoción junto a ella, en su única foto conocida, que ella con el paso de los años hizo recortar en una tarjeta para tener un recuerdo permanente de su progenitor. Esa era la mujer, gracias a la cual aún se conserva la mano de la antigua talla de la Virgen, la mujer que tuvo en su mesilla de noche durante toda su vida el rostro bellísimo de la desaparecida imagen en otra fotografía. Imagen que a mí tanto me llamaba la atención cuando pequeño; sin poder explicarme qué hacía esa mujer tan guapa y extraña ahí al lado de su cama, sin suponer entonces que mi abuela pertenecía la generación de montoreños, que por su edad vivieron más de cerca todos los graves sucesos de la Guerra Civil en Montoro. Gentes que supieron afrontar la adversidad y lidiar con una época dificilísima , reinventando sobre la base de las tradiciones devocionales montoreñas la semana santa tal como la conocemos en la actualidad, labor que los actuales montoreños no llegamos a calibrar en su justa medida.
Detalle de la fotografía de la rogativa a la Virgen de las Angustias a inicios del S.XX |
Hoy miro con otros ojos
esta fotografía que Pepe me enseñó y que ahora podemos ver todos,
pues en ella hay prendido un trozo de la humilde historia si
así se puede llamar de mi familia. Quiero compartir con todos vosotros está historia y
a la vez dar las gracias a quien ha cedido o localizado esta
fotografía, mi amigo Francisco Javier Castellano Calleja por
ponerla a disposición de todos los montoreños para su
contemplación.
Esta es una historia
triste y callada de más de un siglo, pero tierna y de profunda
devoción y agradecimiento hacia la Reina de los barrios de la
Enfermería, Cava, Silera y de la calle El Santo, que ya sea bajo la
apariencia de la destruida imagen como de la nueva, sigue estando en
el corazón de todos los montoreños.
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