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lunes, 25 de noviembre de 2013

El patrimonio cofrade en el Carmen: la herencia de los carmelitas descalzos en Montoro

Virgen de la Soledad de Montoro a inicios del siglo pasado. Fuente: Fototeca Pasión por Montoro
P. Juan Dobado Fernández OCD
Prior de San Cayetano de Córdoba e historiador del arte.


Llegar a Montoro y adentrarse en el bellísimo templo de San Juan de la Cruz, levantado por los carmelitas descalzos hace ya tres siglos, es una experiencia de espiritualidad cristiana. La reciedumbre de la piedra rojiza en sus imponentes muros invita al alma a sustentar nuestra fe sobre la Roca que es Cristo. Entrar en el interior refulgente de blancura es una llamada a la limpieza del alma, en cuyo centro está Cristo, como en el espléndido retablo mayor, poderosa máquina rococó levantada para gloria del Santísimo Sacramento. Cada detalle de este majestuoso templo se ha mimado desde el principio para que sea un canto a la Santísima Trinidad.
Parroquia de Ntra. Sra. del Carmen a inicios del S.XX
Fuente: Fototeca Pasión por Montoro.
Los frailes descalzos sembraron entre los montoreños la semilla de las devociones del Carmelo, comenzando por la Virgen del Carmen, cuya Imagen Venerada que procesiona cada 16 de julio es una explosión de fervor carmelitano. La Imagen fue traída por el prior fray Diego de San Pedro entre 1760 y 1763 y es el centro devocional de su cofradía de gloria. Pero su devoción empezó antes, nada más llegar en 1682 trajeron los frailes una Imagen de la Virgen del Carmen donada por el Convento del Santo Ángel de Sevilla, hasta que se hizo la actual.
Pero también dejaron las devociones a la Pasión de Jesucristo y la Compasión de su Bendita Madre. La Imagen más importante es el valioso Crucificado de las Penas, llamado antiguamente de la Salud, verdadero tesoro artístico de Montoro. De sobra es conocida la llegada de la Imagen en el trienio de fray Antonio de la Natividad, entre 1736 y 1739, en plena expansión de la devoción a este misterio de Cristo entre los conventos de carmelitas descalzos andaluces. Pero esta hermosa talla transmite una mansedumbre y una ternura que la hace diferente, llena de unción, capaz de ablandar el corazón más endurecido.
Stmo. Cristo de las Penas de Montoro durante su
restauración. Archivo Francisco Aguilar.
Su cofradía, impulsada por Manuel Aguilar Benítez, es sinónimo de austeridad carmelitana. Como cada Semana Santa, su procesión el Miércoles Santo por las empinadas cuestas de la localidad es una protestación pública de la fe católica. La memoria de D. Miguel Arjona, pervive en nuestra memoria, que restauró la Imagen con verdadero primor, al igual que la de Nuestra Señora del Carmen.
Para el Carmelo, la presencia de la Madre es esencial, también en los momentos de la Pasión de su Hijo. A Montoro llegó en el siglo XVIII una de las obras más bellas de la Diócesis: La Dolorosa sedente del Carmen.
La imagen de Nuestra Señora de la Soledad llegó al convento carmelitano en el mandato de fray Domingo de santa Teresa (1745-1748) y en un inventario posterior aparece como “una Nuestra Señora de los Dolores del mismo tamaño y de vestir”, es decir, de una vara de alto. La imagen, llamada ahora de La Soledad, que procesiona con su cofradía, es destacable por su iconografía, al no presentarla de pie, sino sentada, contemplando en sus manos los atributos de la pasión de su Hijo, la corona de espinas y los clavos. Su rostro nos transmite el dolor contenido, la pena profunda, que continúa en la delicadeza de sus manos. Es una Imagen especial en el Carmelo, que sólo se repitió en la bella Dolorosa sedente traída de Nápoles para el convento de los descalzos de Écija en 1763.
Stmo Cristo de la Humildad en su retablo. Sin datar. Archivo Blas Acosta
Ante la contemplación de la Soledad, no hay palabras para describirla, es pura belleza espiritual. Las características de la imagen permiten vincularla a la estética granadina, recogiendo sus facciones toda la rica tradición imaginera del barroco. Este tipo de Dolorosa o Soledad sentada al pie de la cruz, ya sea de talla completa o de vestir, entronca en la escuela granadina con preciosos ejemplos como las obras de Torcuato Ruiz del Peral o la célebre de Manuel González que procesiona en la cofradía de la Humildad de Granada. Su rostro transparenta que está llena de gracia, que es la Inmaculada Madre de Dios, a pesar del dramatismo y del dolor. Sus manos vacías son el recuerdo de toda una vida entregada a su Hijo, a quien ahora contempla en el Sepulcro cuando llega el Viernes Santo.
No se agotaron las devociones en el Carmen, en el siglo XX hubo espacio para que nacieran nuevas hermandades, con nuevas imágenes, así la Cofradía de la Humildad fundada en 1991, llena de juventud y entusiasmo cada Martes Santo en su bello recorrido por el casco antiguo. La cofradía da culto a la Imagen de Santísimo Cristo de la Humildad, realizada por el cordobés Martínez Cerrillo en 1940, y a María Santísima de Consolación y Esperanza, obra de Juan Ventura en 1994. Ubicadas en los antiguos retablos barrocos del Carmen se han incorporado a esta bella historia de devoción que empezara un año lejano de 1682.
Virgen de la Soledad de Montoro
Fuente: Bartolo Castillo
Stmo. Cristo de las Penas de Montoro
Fuente: Pedro J. Delgado

















Consolación y Esperanza de Montroo
Fuente: Pedro J. Delgado
Stmo. Cristo de la Humildad de Montoro
Fuente: Pedro J. Delgado

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