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domingo, 7 de diciembre de 2014

Las Tercias Catedralicias. El edificio del Museo del Aceite de Montoro

Olivar montoreño. Fuente: Pedro Márquez Osuna
José Ortiz García
Cronista Oficial de Montoro
El Edificio
Como cualquier otro producto de la época, el aceite de oliva tenía que pagar a la Iglesia el diezmo eclesiástico, del cual se dedica la parte tocante a la monarquía llamada tercia. Esta contribución hizo necesaria la construcción de un edificio de características especiales donde el aceite de oliva recaudado se almacenase y acumulase, prevaleciendo de este modo la seguridad, cuidado y resguardo del mismo.
Los aportes documentales más significativos encontrados hasta la fecha sobre este tipo de oficina fiscal, los hallamos en el siglo XVIII coincidiendo con la fabricación de la segunda Casa Tercia para la cobranza del diezmo montoreño. La edificación de esta instalación estatal se llevó a cabo en la calle denominada del Corral del Obispo gracias a las diligencias del ilustre vicario don Juan Antonio del Peral y Buenrrostro.
En 1784 las tercias existentes en la plaza mayor presentaban un aspecto postrero que amenazaba su ruina. Así que nuestro vicario, solicitó al Cabildo de la Catedral de Córdoba, la puesta en marcha de un proyecto mediante el cual se debía de hacer una nueva casa Tercia que resolviese en la medida de lo posible las deficiencias de la ya creada. El día 24 de mayo de 1784, ante el capellán del Hospital de Nuestro Padre Jesús Nazareno, se inscribe el edificio de las Tercias a nombre del Cabildo Eclesiástico de la Catedral Cordobesa, como podemos apreciar en su portada principal: “Tercias del Ylustrísimo Cabildo de la Catedral de Córdoba. Año 1786”.
Fachada del edificio de las Tercias Catedralicias donde se puede apreciar la inscripción de 1786.
Con la desamortización de Mendizabal se prohibió la recaudación de impuestos diezmales en 1837, por lo que esta instalación perderá su funcionalidad. En 1841 por la ley de Espartero, las Tercias Catedralicias son incautadas por el Estado. En 1845 se devolvieron al clero los bienes que no habían sido adquiridos por particulares, con lo que la titularidad del edificio recayó de nuevo en la Iglesia.
Desde esta época hasta nuestros días, las Tercias han sufrido multitud de vaivenes (Cárcel en la posguerra, caballerizas, almacén de aperos, carpintería), hasta que en 1987 la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía las declaró como edificio de interés social, gracias a una solicitud que realizó el Excmo. Ayuntamiento de esta localidad. En 1995 la Corporación municipal adquirió el inmueble con objeto de instalar en sus dependencias un museo temático sobre el aceite de oliva, decisión que entronca directamente con la funcionalidad que en su origen tuvo esta construcción.
Este hecho ha llevado a la Administración a registrar dicha construcción tradicional en el catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, con carácter genérico, el día 17 de julio de 1996. Un año después se convoca por parte de la Dirección General de Arquitectura y Vivienda de la Consejera de Obras Públicas y Transportes el inicio de trámites para la redacción de un proyecto adecuado a su rehabilitación. Con motivo de la publicación del Catálogo artístico y monumental de la provincia de Córdoba en el 2002, las Tercias fueron documentadas y analizadas desde el punto de vista estilístico de la arquitectura civil de esta localidad.
Interior del Museo del Aceite de Montoro
El Fundador
Don Juan Antonio del Peral, fundador de este Colegio o Convento de Niñas Educandas, nació el 13 de noviembre de 1730 en la vecindad de Cañete de las Torres fruto del matrimonio contraído entre José del Peral y Buenrrostro y Juana Francisca Zúñiga Abarca y Coca. Hizo numerosa gestiones en Montoro como la construcción de nueva Casa Tercia, Construcción del triunfo a San Rafael en la parroquia de San Bartolomé, nuevo Posito, portador de una llave de la insaculación, Colegio de Educandas, desarrollo del Catastro de Tomas López, etcétera. Algunos de los cargos que este religioso desempeñó a lo largo de su vida fueron los de Calificador del Santo Oficio, Beneficiado de Castro del Río y Espejo, Examinador Sinodal del Arzobispado de Sevilla y de Astorga, y Prebendado de la Santa Catedral de Córdoba.
Don Juan Antonio del Peral también se hizo cargo de trasladar y dirigir las obras del hospital de Jesús Nazareno pues algunas de sus partes se habían desplomado. Este deterioro provocó que a fines de la década de los setenta del siglo XVIII, trasladase a la nueva obra a los ancianos y enfermos ingresados en este inmueble. Intuimos que ayudó don Pedro del Cerro en el planteamiento de la nueva capilla del Hospital, en la sala donde se instalarían las religiosas, en el diseño del aljibe, obras del coro, y el la proyección de su sepultura en el interior del templo. De ahí que el 18 de enero de 1777 escribiese una carta al Cabildo eclesiástico de Córdoba, pidiendo la exención de algunas de sus obligaciones cotidianas pues tenía que atender la flamante fundación del Colegio de Niñas Educandas, la reforma de la parroquia de San Bartolomé y el traslado de los enfermos.
Retrato de Peral y Buenrrostro
Don Juan Antonio del Peral y Buenrrostro falleció el 30 de noviembre de 1802. No sabemos que fue la enfermedad que ocasionó la muerte del religioso, pero todo parece indicar que fue una muerte súbita según consta en la sesión capitular del 3 de diciembre del mismo año: “…por haber fallecido repentinamente el señor don Juan Antonio del Peral y Buenrrostro, vicario, juez eclesiástico de las Iglesias de esta villa, como al toque de oraciones del día treinta de noviembre próximo…”. (AMMo., [SAC.], Tomo 38, Año 1802, p. 346r.). En esta se hace un auto para que el albacea testamentario del religioso devuelva la llave al consistorio del arca de la Insaculación, pues al tener la misma tres llaves no podían celebrar la elección de nuevos cargos. Al final el nuevo vicario, don Juan Antonio Canales, recibió el cargo de sucesor del fallecido pasando a abrir el arca el 6 de diciembre del año en cuestión.

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