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jueves, 19 de enero de 2012

Festividad de San Sebastián. 20 de Enero

Hoy 20 de Enero la Iglesia Católica celebra la Festividad de San Sebastián. La influencia en nuestro pueblo del Santo es innegable, visible en la Iglesia Auxiliar de San Sebastián, una escultura del Santo en dicha Iglesia y alguna representación pictórica dedicada a este Santo. A continuación ahondaré en la historia de este martir y como de costumbre su repercusión en el arte.
Nació en Narbona (Francia) en el año 256, pero se educó en Milán. Cumplía con la disciplina militar, pero no participaba en los sacrificios paganos por considerarlos idolatría. Como cristiano, ejercitaba el apostolado entre sus compañeros, visitando y alentando a otros cristianos encarcelados por causa de su religión. Acabó por ser descubierto y denunciado al emperador Maximiano (amigo de Diocleciano), quien lo obligó a escoger entre poder ser soldado o seguir a Jesucristo.
El santo escogió seguir a Cristo. Decepcionado, el emperador le amenazó de muerte, pero Sebastián se mantuvo firme en su fe. Enfurecido, le condenó a morir asaeteado. Los soldados del emperador lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste, y lanzaron sobre él una lluvia de saetas, dándolo por muerto. Sin embargo, sus amigos se acercaron y, al verlo todavía con vida, lo llevaron a casa de una noble cristiana romana llamada Irene (esposa de Cástulo, que lo mantuvo escondido y le curó las heridas hasta que quedó restablecido).


Sus amigos le aconsejaron que se ausentara de Roma, pero Sebastián se negó rotundamente. Se presentó ante el emperador, quien, desconcertado, lo daba por muerto, y le reprochó enérgicamente su conducta por perseguir a los cristianos. Maximiano mandó que lo azotaran hasta morir, y los soldados cumplieron esta vez sin errores la misión, tirando su cuerpo en un lodazal. Los cristianos lo recogieron y lo enterraron en la Vía Apia, en la célebre catacumba que lleva el nombre de San Sebastián. Murió en el año 288. En las representaciones del primer milenio viste la clámide militar como correspondía a su cargo, y siempre imberbe. Durante el gótico, le vemos con armadura de mallas a la moda de la época, pero pronto aparece con el rico traje de los nobles palatinos de entonces y generalmente con barba. Desde ese momento es mucho más frecuente representarlo desnudo en el momento de ser asaeteado. El atributo antiguo es la corona de flores en la mano. El atributo personal, desde la Edad Media, es una saeta y el arco entre sus manos. Desde el siglo XV los artistas han preferido presentarlo desnudo, joven e imberbe, con las manos atadas al tronco de un árbol que tiene detrás y ofreciendo su torso a las saetas del verdugo. Muchos artistas lo han representado; entre ellos cabe destacar la escultura de Alonso Berruguete conservada en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid (justamente debajo se obrserva la fotografía) y la pintura de El Greco El martirio de san Sebastián(imagen que observamos en la parte superior), una de las obras más realistas de este pintor, que se encuentra en el Museo catedralicio de Palencia.
Debido a todo esto, el Papa San Cayo le nombró defensor de la Iglesia. Sin embargo, el Emperador Diocleciano también se enteró de que Sebastián era cristiano y mandó arrestarlo. Sebastián fue apresado en el momento en que enterraba a otros mártires, conocidos como los “Cuatro Coronados”. Fue llevado ante Diocleciano que le dijo: “Yo te he tenido siempre entre los mejores de mi palacio y tú has obrado en la sombra contra mí, injuriando a los dioses”.

San Sebastián no se amedrentó con estas palabras y reafirmó nuevamente su fe en Jesucristo. La pena ordenada por el Emperador era que Sebastián fuera atado y cubierto de flechas en zonas no vitales del cuerpo humano, de forma que no muriera directamente por los flechazos, sino que falleciera al cabo de un tiempo, desangrado, entre grandes y largos dolores. Los soldados, cumpliendo las órdenes del Emperador, lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un árbol y lanzaron sobre él una lluvia de saetas. Cuando acabaron su misión y vieron que Sebastián ya estaba casi muerto, dejaron el cuerpo inerte del santo acribillado por las flechas. Sin embargo, sus amigos que estaban al acecho, se acercaron, y al verlo todavía con vida, lo llevaron a casa de una noble cristiana romana, llamada Irene, que lo mantuvo escondido en su casa y le curó las heridas hasta que quedó sano.
Cuando Sebastián estuvo nuevamente restablecido, sus amigos le aconsejaron que se ausentara de Roma, pero el santo se negó rotundamente pues su corazón ardoroso del amor de Cristo, impedía que él no continuase anunciando a su Señor. Volvió a presentarse con valentía ante el Emperador, cuando éste se encontraba en plena ofrenda a un dios, quedando desconcertado porque lo daba por muerto, momento que Sebastián aprovechó para arremeter con fuerza contra él y sus creencias. Maximiano ordenó que lo azotaran hasta morir (año 304), y esta vez, los soldados se aseguraron bien de cumplir sin errores la misión.

El cuerpo sin vida de San Sebastián fue recogido por los fieles cristianos y sepultado en la en un cementerio subterráneo de la Vía Apia romana, que hoy lleva el nombre de Catacumba de San Sebastián.

Aparece atestiguado en la Depositio Martyrum o deposición de los mártires de la Iglesia Romana, que nos dice que San Sebastián está enterrado en el cementerio Ad Catacumbas. Nos dan fe de su culto el Calendario de Cartago y el Sacramentario Gelasiano y Gregoriano, así como diversos Itinerarios. Concretamente el Calendario jeronimiano especifica más el lugar de su sepulcro: en una galería subterránea, junto a la memoria de los apóstoles Pedro y Pablo. Durante la peste de Roma (680) fue invocada su protección particular y desde entonces la Iglesia Universal ve en él al abogado especial contra la peste y en general se le considera como gran defensor de la Iglesia.

La iconografía de San Sebastián es amplísima. La representación más antigua data del siglo V, descubierta en la cripta San Cecilia, en la catacumba de San Calixto. A partir del Renacimiento los artistas lo representan como soldado, generalmente semidesnudo atado a un árbol y erizado de flechas. Por ser uno de los santos más reproducidos por el arte es conocido como el Apolo cristiano. San Ambrosio, en el siglo IV, nos da un testimonio sobre él: “aprovechemos el ejemplo del mártir San Sebastián, cuya fiesta celebramos hoy. Era oriundo de Milán y marchó a Roma en tiempo en que la fe sufría allí persecución tremenda. Allí padeció, esto es, allí fue coronado”.

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