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martes, 29 de octubre de 2013

El ángel orante de Montoro: el inicio de la forja de un escultor

Cementerio de San Francisco de Montoro a inicios de los años sesenta. Se puede observar la imagen del ángel
orante en su hornacina. Fuente: Archivo herederos Familia Diego Muñoz-Cobo

José Ortiz García

Cronista Oficial de Montoro
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1.- DESCRIPCIÓN HISTÓRICA.-

La pieza del ángel orante pertenece a la escultura funeraria del Cementerio Municipal de “San Francisco” de Montoro. Es sin duda una ardua labor de investigación y recopilación de la documentación existente sobre dicha temática, para conocer la evolución histórica de cómo se forjó la realización de la obra “ÁNGEL ORANTE” de Mateo Inurria Lainosa para la Capilla del Camposanto montoreño, además que aprovechamos la ocasión para conocer autoría, hasta entonces desconocida, de gran parte de las obras de escultura y arquitectura funeraria conservadas en la localidad. 
Desde que Carlos III en la Real Cédula de 1787, por la que disponía se construyesen cementerios públicos fuera del ámbito parroquiano, es decir, a larga distancia de la localidad donde los olores nocivos procedentes de la putrefacción de los cadáveres no pudiera mermar la salud pública, hasta entonces bastante dañada, por la práctica de dar sepultura a los muertos en el interior de la parroquia. En Montoro no se movió ningún solo dedo para hacer caso a dicha prerrogativa.

La primera reacción en la localidad de Montoro contra el enterramiento funerario en el interior de los centros dedicados a la oración tuvo que esperar al reinado de Carlo IV. Fue el 5 de noviembre de 1803 cuando una serie de facultativos avisaron sobre la necesidad imperiosa de dotar de protección a la villa montoreña como consecuencia del contagio de peste negra que estaba registrándose en la Ciudad de Cádiz y las inmediaciones de Málaga, decretándose el cierre de las puertas de la localidad sin que nadie pudiera entrar sin excepción de su estado o riqueza, como sucedió con D. Alfonso Criado y Santiago, al cual su tío acuso de imbecilidad y buena fe, ya que vulneró la vigilancia de los guardias, y fue expulsado en cuarentena a un Lazareto situado en la Virgen de Gracia.
Plano de Montoro realizado por Don Juan Antonio del Peral y Buenrrostro en 1972.
Del mismo modo, será durante el otoño de 1803, cuando los médicos montoreños D. Benito Morales, D. Bartolomé Relaño Santofimia y D. Rafael Piedrola y Campos hicieran público un informe médico-pericial sobre la necesidad de no enterrar más cadáveres en el interior de la iglesia parroquial de San Bartolomé creando ex profeso un cementerio público para ello en extramuros. Como los tiempos no son los de ahora, los regidores decidieron en cabildo que se enterrasen en tiempo de epidemia en el huerto de San Sebastián, para que mientras se limpiase la iglesia parroquial con vinagre que quitasen los efluvios y resumos de los cuerpos fallecidos. Así que vemos que aún tardaría un tiempo en crearse el llamado Panteón de la Cava.
En 1820 se creo un nuevo panteón junto a los restos del Castillo de la Cava, donde se enterraron los vecinos hasta la creación de un nuevo cementerio en 1884. Este Cementerio se planificó desde el año 1868, siendo interrumpidas sus gestiones con motivo de la Gloriosa que tuvo lugar en septiembre de dicho año.

No obstante en el proyecto de 31 de julio de 1868, redactado por el arquitecto de distrito D. Mariano López Sánchez, se contempla la Capilla del Cementerio con un Ángel Orante como se podrá ver en la fotografía nº 1 del anexo. Este arquitecto fue uno de los famosos que comentaron y laminaron la llamada Casa de los Collados en Almoguer, proyecto de la avenida de coches que circundaba el conjunto por el exterior hacia la donde se encuentra la ermita y Cementerio del llamado Cristo de la Vega y un pretil en el lado norte hacia el hospital Tavera en Toledo en 1868, además de otras innumerables muestras para reseñar.
El 23 de mayo de 1882, se firma por el alcalde y regidor del Ayuntamiento de Montoro, D. Baltasar Gómez García y D. Ramón Benítez Gómez, ante el notario D. Juan Antonio de Lara y Cano, el acta de subasta para la realización del nuevo cementerio de Montoro, según los planos del Sr. López Sánchez.
En el plano sexto de dicho proyecto, nuestra escultura se ofrece mirando hacia abajo, con las manos unidas, a diferencia de la anterior, aunque no pierde su símbolo funerario de presidir la entrada a dicho Cementerio.
Dibujo del ángel orante de Montoro.
Fuente: Archivo Municipal de Montoro
ras varios años de paralización, en octubre de 1874 se vuelven a retomar las obras por el arquitecto provincial D. Rafael de Luque y Lubian, el cual también realizó importantes direcciones de obras en Córdoba como fueron la Reforma de los Jardines de la Agricultura en 1864, la Cúpula del santuario de Nuestra Señora de Linares en 1868, una de las mejores reformas de la Mezquita-Catedral y la Construcción de los Ayuntamientos de Belmez y Belalcázar.
Aunque a inicios de 1882 no se sabía cuanto era el coste de la campana, de los florones que coronarían las cornisas de la ermita y del Ángel Orante, pronto se supo que el mismo tuvo un coste de cien pesetas. En cambio los florones costaron cada uno doce pesetas y media y la campana de bronce treinta y siete pesetas con cincuenta céntimos. Pocos meses después, y coincidiendo con la primavera del año de 1883, se dispuso la bendición definitiva de todo el espacio, dejando algunos detalles para ultimar para el año 1884, momento en el que se decepcionaron la totalidad de las obras por concluir , las cuales se centraron especialmente en la terminación de sepulturas y parte de la delantera y verjas de acceso al patio.

De esta forma el 24 de septiembre de 1884, se tomó recepción de las obras por parte del alcalde y regidores, que seguían con gran atención las explicaciones ofrecidas por el arquitecto inspector D. Amadeo Rodríguez, habiendo sido la dirección de la obra por el facultativo D. Felipe Sainz de Baranda.
Ángel orante de Montoro, conservado
en el Museo Arqueológico Municipal.
2.- DESCRIPCIÓN ARTÍSTICA.-

El Ángel Orante de Mateo Inurria sigue todos los patrones de la típica escultura funeraria del siglo XIX. El Ángel está realizado en piedra de Caliza eolítica, aunque las alas son de barro cocido. Presenta una actitud orante y mirada perdida implorante al cielo, cuyas manos se parecen en su enlace a la talla barroca Virgen del Socorro de Antequera (Málaga).

Se sabe que es la primera obra conocida de este autor, la cual, parece que el próximo año 2012 cumple el centenario de su ubicación definitiva en la planimetría para formar parte de la Campilla del Cementerio de “San Francisco” de Montoro ante la delantera de unos jardines de corte inglés, los cuales fueron bendecidos en 1883. Al saber que el Cementerio se bendijo según expediente conservado en el Archivo Municipal de Montoro en la tarde del 19 de Agosto de 1883, dicha escultura se tuvo que realizar anterior a este solemne acto de apertura.
No es de extrañar que este autor, con apenas catorce años, tallase esta obra algo inseguro, pero con la firmeza propia de su autoria. Cuenta la leyenda que dándole los últimos retoques a este ángel, el cincel dio de mala forma sobre la nariz del mismo haciéndole un desconchado. La fortuna quiso que ese día además fueran a ver dicha escultura parte de la corporación de Montoro, por lo que al llegar a su pequeño taller el muchacho comenzó a llorar desconsoladamente. Al ver dicha escena el alcalde de Montoro, D. Antonio Enríquez Gómez, le dijo: “No te preocupes, que los ángeles chatos también van al cielo”.
Hemos de comentar que la rotura que sufre en su parte derecha se debe a dos factores. Por un lado contamos con la versión de que en la guerra dicho ángel fue disparado con fusiles, aunque por otro aldo tambien sabemos que esta imagen sufrió un golpe al trasladarse al museo por miedo a que la pudiesen robar, bajandola de la ornacina donde se hallaba.
Este estilismo parece que gusto a parte de los primeros mecenas del Cementerio, encargándose según apuntan todos los indicios tiempo más tarde el mismo alcalde, una escultura de mármol del propio joven artista, y que apareció en el año 2006 tapiada en una escalera de la que fue casa de su propiedad. La obra se encuentra depositada en el Museo Arqueológico de Montoro esperando ser restaurada.

3.- BIOGRAFÍA DEL AUTOR DE LA OBRA.-
Mateo Inurria Lainosa nace en Córdoba en 1867 y allí comienza sus estudios en Escuela de Bellas Artes. En 1884, la Diputación Provincial de Córdoba le concede una beca para continuar sus estudios en la Academia de San Fernando de Madrid. Será entre este periodo cuando realice por encargo del arquitecto de las obras del Cementerio Municipal de “San Francisco” de Montoro, D. Rafael Luque.
En 1890 presenta en la Exposición Nacional de Bellas Artes su obra Un náufrago. Es un desnudo de hombre a tamaño natural agarrado a un madero, dotado de gran realismo, motivo por el que lo acusaron de ser un simple vaciado del natural.Su vida y su actividad transcurrirán entre Madrid y Córdoba. Entre 1891 y 1901 vive en la ciudad andaluza. Fue decisivo para su estilo el viaje que realizó por toda Francia e Italia en 1896 donde entró en contacto con la estatuaria clásica, medieval, renacentista, egipcia, bizantina y de los siglos XVIII y XIX.
Cementerio de Montoro a finales de los años treinta, apreciandose la efigie del ángel
orante en la fachada de la capilla del cementerio. Fuente: A.G.A
Su escultura superará las restricciones del academicismo. Tiende hacia un naturalismo sobrio, sencillo y desprovisto de detalles anecdóticos, en el que ya se advierte la tendencia a idealizar sus modelos que impregnará su obra de madurez Con su obra La edad de bronce, Inurria demostró su gran talento para modelar. De gran realismo es la escultura de Lucio Anneo Séneca, con la que obtiene la segunda medalla en la Exposición Nacional de 1895. A la de 1899 presenta otra obra fuertemente realista, con contenido social, La mina de carbón. Es un altorrelieve de grandes dimensiones.
En 1911 Inurria es nombrado profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid. A partir de ese momento se establece en la capital, que le permite un mayor contacto con el mundo cultural y artístico. Comienza una nueva etapa, centrado cada vez más en su tema preferido, el desnudo femenino. En él funde un naturalismo idealizado y sobrio, la sensualidad y el erotismo.
Algunos ejemplos son Ídolo eterno, Deseo, La parra y Forma. A lo largo e su carrera cultivó el desnudo femenino, la escultura religiosa, el busto retrato y además realizó diferentes monumentos. Entre su obra religiosa sobresalen el Cristo del Perdón y San Miguel para el cementerio de La Almudena de Madrid o el Cristo flagelado para Guernika.
Las obras cumbre dentro del grupo monumental son el Monumento dedicado al Gran Capitán, que aparece sobre un caballo andaluz y el de Eduardo Rosales, cuyo rostro es tratado con gran naturalidad. En ambos se ha eliminado la artificiosidad de las estatuas conmemorativas de años anteriores. Mateo Inurria falleció repentinamente en Madrid en 1924.

4.- EMPLAZAMIENTO ACTUAL DE LA OBRA.-
La escultura del Ángel Orante de Mateo Inurria Lainosa se encuentra depositada en la actual sede del Museo Arqueológico de Montoro, el cual se emplaza en la antigua ermita de Nuestra Señora del Castillo o de la Mota.
Muchos autores piensan que este ancestral edificio se reaprovechó a su vez de las desmanteladas dependencias de la primitiva mezquita que existía dentro del complejo de la alcazaba musulmana, que tras la reconquista de la localidad por las tropas militares de Fernando III El Santo, fue sacralizada para el culto cristiano, fruto de la costumbre imperante en la época. De esta forma, desde el día 24 de agosto de 1241, esta iglesia albergó todas las celebraciones religiosas hasta que las altas jerarquías eclesiásticas cordobesas autorizaron la construcción de la parroquia de San Bartolomé a fines del siglo XV.
Plaza de Santa Maria de la Mota y Museo Arqueológico Municipal, donde se conserva el Ángel orante.
Algunas de las piezas más curiosas sitas en este edificio son los capiteles que sustentan las arcadas. Aunque presentan tallas muy rudas, donde destacan temas florales, zoomorfos, antropomorfos, todos ellos denotan una especial importancia a nivel provincial, pues son de los escasos testimonios de arte románico que se conservan en Córdoba. Entre ellos incidimos en el que se localiza en la cabecera de la ermita, lugar donde se emplazaba el antiguo Camarín de Ntra. Sra. del Castillo. Este capitel presenta dos animales que se abrazan por sus cuellos, lo que el Catálogo Artístico y monumental de la Ciudad de Montoro describe como: “motivo de honda raigambre musulmana, adoptado por el arte cristiano en el que floreció en representaciones muy logradas, como las del Claustro románico de Santo Domingo de Silos”.
Las columnas que sustentan el museo son de molinaza y descansan sobre pétreas basas de jaspe azul, posiblemente reutilizadas de época romana. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII se acometieron diversas reformas en dicho emplazamiento como la construcción de capillas laterales y el Camarín de Nuestra Señora del Castillo, donde actualmente se encuentran las escaleras que acceden al almacén de este inmueble. A pesar de que en el día de hoy no quedan vestigios visibles, hemos de indicar que ante el altar principal recibieron sepultura muchos vecinos de Montoro, sobretodo en los siglos XV-XVI.
Con motivo de la puesta en valor del edificio, se descubrió una pintura mural sita en el intradós del arco final de la nave del evangelio inmediata al presbiterio. Por el momento no se conoce cual es su advocación, aunque muchos autores piensan que se puede tratar de Santa Lucia. El exorno de los templos era muy frecuente en las mandas testamentarias. El de Santa María de la Mota no fue una excepción pues conocemos entre otros muchos casos la donación de un cuadro de lienzo de Nuestra Señora del Cabezo de Andujar en 1733 por María Bartola Delgado. Este legado se produjo posiblemente con motivo de que en dicho lugar se emplazaba la cofradía de la Virgen de la Cabeza desde el siglo XV-XVI.
Las últimas intervenciones de mantenimiento que se llevaron a cabo en Santa María de la Mota en el periodo comprendido entre 1900-1930, se realizaron por iniciativa de la desparecida cofradía de San Antonio de Padua.
Concluida la Guerra Civil la iglesia queda destruida y en desuso, siendo restaurada en la década de los años 80 por Félix Hernández Jiménez, continuando dicho cometido Eduardo Barceló Torres. En esta restauración se efectuaron obras de refuerzo de los alzados, además de la sustitución de la techumbre mudéjar por una nueva.
Ángel orante de Montoro. Fuente: José Ortíz Garcia
5.- INTERÉS CULTURAL DE LA PIEZA.-
En primer lugar como director del museo quiero destacar que se trata de la primera obra catalogada de Mateo Inurria Lainosa, y la cual sirvió de inspiración a este escultor para la realización de muchas más obras escultóricas en la forma de atender la plasticidad de la mirada de la imagen. Dicha semejanza la podemos ver en la Niña Orante encontrada en una casa durante unas obras en Montoro y atribuida a este escultor cordobés, o en las edades de la mujer donde podemos hallar algún que otro parecido en los contornos faciales de las tallas. Del mismo modo y siguiendo la tipología funeraria de la obra, podemos decir que hacia 1884, y con ayuda de los conocimientos adquiridos en el taller de su padre en su época de estudiante, también realizó trabajos para el Mausoleo del torero “Lagartijo” ubicado en el Cementerio de la Salud de Córdoba. En la cúspide de una columna de mármol hallamos un Ángel de la Fama caracterizado por su inexpresión, como el que se conserva en Montoro.
De hecho esta escultura fue una de las que formaron parte en la exposición que tuvo lugar en Córdoba en 2007 titulada “Mateo Inurria y la escultura de su tiempo”. La escultura fue trasladada a la capital cordobesa por expreso deseo de la organización el evento, siendo la segunda vez que se mueve de su emplazamiento, ya que la primera ocasión fue de sustituirla de la hornacina del cementerio montoreño por la posibilidad de daños como consecuencia de actos vandálicos, y en una segunda ocasión del traslado del museo arqueológico montoreño a la capital cordobesa.
La declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) de dicha pieza, viene a reconocer la figura de este escultor como figura del arte cordobés de fines del siglo XIX y principios del XX por antonomasia, suponiendo un punto de partida para que el mismo sea aún más reconocido tanto en Córdoba como en toda Andalucía.

Se trata de la primera figura de un conjunto de esculturas realizadas en su mayoría por encargo en las que Inurria puso de manifiesto los rasgos que caracterizaron su estilo, plagado de realismo, que contrasta en algunos casos con la suavidad de las formas.
El rostro del Ángel está resuelto con precisos trazos que consiguen una expresión serena y de profundo ensimismamiento. Este tipo de rasgos se suelen encontrar entre su etapa de estudiante y los primeros trabajos, en lo que la historiografía de Inurria ha denominado como: Etapa Realista, que se calenda desde 1882 aproximadamente a 1902. En ellas además de algunos bustos, retratos y alegorías para índole sepulcral o funeraria, también produjo obras de repercusión pública como Un náufrago de Lucio Anneo Séneca (1890), Retrato (1895) y La mina de carbón (1899).

1 comentario :

  1. Juana Bejarano Pérez29 de junio de 2015, 21:51

    Muy agradecida por la información y por despertarme el interés de esta escultura nuestra que hasta ahora era casi desapercibida para mí.

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