Montoro a finales del siglo XIX. Fuente: Fototeca Pasión por Montoro |
Rafael Vázquez Lesmes
Académico de la Real Academia de Córdoba
La irrupción de los ejércitos napoleónicos en España y la conquista real de la casi totalidad de su territorio, con la imposición en su trono de la denostada figura de José Bonaparte y la aceptación forzada de la constitución de Bayona, trajo consigo la adopción de nuevas formas de legislar impuestas por la propia personalidad de Napoleón al gobierno títere presidido por el mal llamado Pepe Botella, pero impregnadas ya de una moderna concepción del estado contemporáneo, fruto obviamente de las conquistas políticas y sociales puestos en marcha como consecuencia de la Revolución Francesa.
Ciñéndonos al campo estrictamente eclesiástico, el intervencionismo del gobierno josefino en esta materia supuso una verdadera revolución. Su política religiosa, inspirada por Urquijo, Azanda, Cabarrús y el ambicioso maestrescuela de Toledo Juan Antonio Llorente, no solo dictó la supresión de la Inquisición como primera medida, sino que, usurpando para sí la jurisdicción religiosa, ordenó una desamortización de los bienes eclesiásticos y la supresión de los regulares, determinaciones estas de las más llamativas y que aquí destacamos por estar íntimamente relacionadas con el tema a desarrollar.
Iglesia del Hospital a inicios del pasado siglo. Fuente: Archivo Municipal de Córdoba. Fototeca Pasión por Montoro |
Empero, no debemos olvidar la política puesta en juego, dirigida a provocar la captación religiosa del clero y los fieles, al considerar a los primeros como piezas claves para fomentar la sumisión de los segundos a su figura, buscando en la religión una legitimación de su poder. Por ello no es de extrañar sus diferencias con las peticiones en los representantes de este clero secular en orden a una mejor organización de la iglesia, como es el caso de lo ocurrido con los curas de Montoro, dejando así fuera de dudas su consideración de cabeza de la iglesia española.
1.- El arreglo parroquial bonapartino de Montoro.
El decreto de 18 de agosto de 1809, suprimiendo todas las órdenes religiosas sin excepción –medida de trascendental importancia dentro de su política religiosa-, encontró sus repercusiones en la ciudad de Montoro de tal manera, que el convento de San Juan de la Cruz, sede de Carmelitas descalzos, fue uno de los afectados por esta disposición.
En los primeros días de 1810, José Bonaparte estuvo en Córdoba y permaneció recorriendo Andalucía hasta su regreso a la Corte madrileña en los momentos iniciales de Mayo. Fue exactamente el seis de dicho mes cuando saliendo de la ciudad ostentadora del titulo de capital califal, en dirección a Madrid, transitó por el Carpio y Montoro, recibiendo el afecto de los vecinos de la capital y los pueblos (1). A su paso por la villa del Alto Guadalquivir, en su recibimiento, los representantes del clero secular montoreño elevaron a la real persona un memorial en orden a sus necesidades parroquiales y que, concorde con su política de atracción puesta en práctica hacia este estamento, pasó de inmediato a dar cumplida respuesta.
Fechado en el mismo día y en la misma villa de Montoro, José Napoleón, como así se autotitula, procedió a dar un decreto, del que nos ofrece testimonio el escribano público de aquella localidad, don Sebastián de Torres Pardo-Hidalgo, compuesto de un preámbulo y tres artículos. En dicha introducción, señala que en el deseo de mejorar el culto de la citada villa, con el fin de proporcionar a sus habitantes la máxima comodidad para asistencia a los oficios divinos y a la administración de los santos sacramentos, que hasta ahora no podían recibirse nada mas que en la Parroquia de S. Bartolomé –la única existente- ordena:
Parroquia de Ntra. Sra. del Carmen de Montoro. 1919. Fuente: Fototeca Universidad de Sevilla |
Artículo 1º.- Concedemos al clero y la villa de Montoro la Iglesia del convento de s. Juan de la Cruz, que se haya vacante sin destinar por la supresión del convento de Carmelitas Descalzos de la misma villa, para que desde luego se constituya parroquia auxiliar de la de S. Bartolomé que únicamente existe.
Artículo 2º.- Con el mismo objeto concedemos a la expresada villa y clero, la Ermita de S. Sebastián, situada en el barrio de este nombre.
Artículo 3º.- Nuestro Ministerio de Negocios Eclesiásticos tomará conocimiento de la dotación anual necesaria para la conservación de la fábrica de estas tres iglesias y aumento del culto, que recibirán sus habitantes con los ministros necesarios, para realizarlo de nuestro Ministros de Hacienda y del culto quedan encargados del cumplimiento de este Decreto…(2).
El mandato se halla firmado por el Secretario de Estado, D. Mariano Luis de Urquijo, seguido de nota aclaratoria y envío al vicario y curas de Montoro hecho por el Conde de Montarco, en aquellos momentos ejerciendo como Ministro interino de Negocios Eclesiásticos, en ausencia de Cabarrús, comunicándolo también al obispo de la Diócesis y al intendente de la provincia, para su conocimiento.
Es obvio que sin una previa exposición por parte del clero de Montoro, no tendría justificación dicho decreto. Pero en él se puede observar como una primera impresión, el poder omnímodo que ejerce el monarca sobre cuestiones eclesiásticas tan concretas como la creación de nuevas parroquias, asunto competente y reservado hasta entonces exclusivamente a los prelados, limitándose a comunicárselo para que le de cumplimiento. Después veremos que también el representante de la diócesis tiene algo que decir sobre esta materia.
Detalle de la fachada de la Parroquia de Ntra. Sra. del Carmen de Montoro. Fuente: Pedro J. Delgado |
Para dar cumplimiento a dicho decreto, los curas de Montoro envían al mes siguiente al conde de Montarco la respuesta que contiene la petición de sugerencias sobre los medios más acordes para señalar los beneficios que han de servir de dotación y sustento a los ministros designados a ocupar las dos iglesias auxiliares creadas, así como la conservación de sus fábricas.
Aseveran que los bienes y rentas más proporcionados para cumplir esta misión habían sido enumerados en el memorial elevado al monarca el mes anterior, a lo que había que añadir parte del beneficio de la parroquia de S. Bartolomé, entonces vacante, y que había sido aplicado por el rey, sin tener efecto, a un curato de Torrejón de Ardoz, evitándose tocar otro beneficio que en la iglesia montoreña gozaba en aquellos momentos D. Leandro Fernández de Moratín (3).
En cuanto al personal necesario para cubrir los servicios de las dos parroquias auxiliares, sugieren sean dos tenientes curas por cada una de ellas. Ayudados de un sacristán y un acólito, asignándoles una renta de 3.000 a 3.500 reales, pudiendo ser ocupados por ex regulares, motivo este coincidente con la política llevada a cabo por el gobierno. Para la fábrica de las dos nuevas parroquias creen se le debe designar una renta de unos 26.000 a 27.000 reales, recibiendo parte de ellos del plan general de curatos del obispado y el resto de fincas nacionales de la totalidad diezmaría del término de Montoro, sin dejar de advertir no se acuda a los fondos de la de S. Bartolomé por los elevados gastos de su sostenimiento y agravada su situación y económica al encontrarse empeñada en la construcción de la torre de la parroquia matriz (4).
2.- Conformación urbanística de las nuevas parroquias.
Al mes siguiente y firmado por todo el clero de Montoro, compuesto por el Vicario D. Francisco Ruiz de Valenzuela; el rector, D. Cristóbal Antonio Álvarez Rodríguez y los curas Juan Bruno Ruiz y Justo Sánchez Canónigo, se envía un escrito al prelado de la diócesis, D. Pedro Antonio Trevilla, con un listado conteniendo la propuesta de las calles, casas y vecinos constitutivas de las feligresías de cada una de las nuevas parroquias auxiliares.
Calle El Santo y Calle Córdoba a inicios del S.XX. Fuente: Archivo Municipal de Córdoba. Fototeca Pasión por Montoro |
Para la demarcación de la iglesia de S. Juan de la Cruz, se asignaron las siguientes calles, con especificación de las casas componentes de cada una de ellas y el número de sus vecinos.
Nombre de la calle Nº de casas Nº de vecinos
Camino Nuevo 48 74
Retamal 14 18
Corredera –desde la embocadura del Camino
Nuevo hasta el Charco 17 19
Herrerias 48 66
Cañuelo 32 60
Cueva 8 14
Calle Nueva del Cerrillo 8 14
Cordonero 7 8
Mingolara 26 41
Molino 22 33
Plaza del Charco y Portichuelo 21 26
Calle Córdoba –hasta la cruz del Arrabal 25 48
Calle Alta –desde el Charco hasta la encrucijada y sitio
de la imagen de Nª Sª del Socorro que
hace frente a la calle para la Plaza Mayor 12 24
Herradores –desde el Charco hasta la callejuela
de la Torremocha 15 24
Frailes y fuente del Portillo hasta la ermita de S. Miguel 65 95
Santo –hasta la primera embocadura de la callejuela de
la Cava y casa frontera de María Ruiz de Lara 18 22
Total 433 646
La relación de las casas, calles y vecinos a agregarse a la iglesia de S. Sebastián, era la siguiente:
Nombre de la calle Nº de casas Nº de vecinos
La Cava 24 38
Nueva de la Cava 11 14
Plazuela de S. Sebastián 8 17
Enfermería 24 44
La Morera 12 19
Corral de concejo 33 52
Silera 30 53
Tinahones 16 21
Barrio de Tintor 5 5
Córdoba –desde la Cruz del Arrabal- 41 81
Horno de la Marchanta 22 35
Agria 31 49
Losilla 13 27
Alta de la Cuesta 35 61
Encrucijada de la derecha 7 11
Llana 48 72
Cerrillo 12 14
Total 372 613
No cabe duda que los datos proporcionados en la propuesta de demarcación urbanística hechas por los curas de la parroquia de Montoro son de una importancia muy notable, pues is bien el callejero nos es conocido por las noticias facilitadas por Criado Hoyo al hacer referencia a la división impuesta a la población montoreña por las tropas francesas durante la ocupación y en el capítulo que le dedica a la descripción de las calles de la ciudad (6), el número de las casas que componen cada una de ellas nos ofrece una idea bastante aproximada de su importancia, mientras que la cantidad de vecinos que las habitan supone un punto de referencia incompleto, aunque sustancioso, para un análisis de si población. Las 5 casas –la inmensa mayoría habitadas por más de una familia- y los 1259 vecino que conforman la división, vienen a representar aproximadamente la mitad del casco urbano de la ciudad y de su número de habitantes en los inicios de la centuria del XIX (7).
Antiguo Cristo de la Humildad de la Cofradía de la Santa Vera Cruz en el interior de la Iglesia de San Sebastián a inicios del S.XX |
3.- La iglesia auxiliar de San Sebastián.
El arreglo parroquial propuesto por los curas de Montoro y aceptado y rubricado por el monarca en su ya mencionado decreto, no llegó a hacerse realidad en todos sus términos. A comienzos de julio de 1810, el conde de Montarco, en escrito dirigido al prelado cordobés D. Pedro Antonio de Trevilla, le solicitaba la información sobre la concesión, pero incidiendo muy singularmente en los términos económicos sobre el sostenimiento de las dos iglesias auxiliares aprobadas.
Empero, en la respuesta del ocupante de la sede de Córdoba se hace hincapié mucho más en que las dos creaciones se reduzcan a una –la establecida en la ermita de San Sebastián- que en el aspecto puramente económico. Sugiere –siempre respetando las providencias del monarca- la conveniencia de erigir esa otra iglesia auxiliar en la venta de Cardeña, aldea próxima a la localidad, a una cuatro leguas de distancia, de acuerdo con el plan que él mismo remitía. Se opone el nombramiento de cuatro curas tenientes solicitados por el clero montoreño, al no contar con los suficientes fondos para su dotación, reduciéndolos a dos en la iglesia de San Sebastián y otro en Cardeña. La diplomacia y el tacto del prelado cordobés se ponen de manifiesto al insinuar que si el rey persistiese en su primitivo plan, se enviaría el tercer cura para residir a la auxiliar del Carmen con uno de los tenientes.
No había transcurrido un año, cuando las previsiones episcopales se ven cumplidas en todos sus extremos. En un escrito dirigido al clero de Montoro expone que de acuerdo con el auto de erección y dotación de curatos de la campiña, aprobado por su majestad, acuerda establecer una iglesia auxiliar en la ermita de San Sebastián, con un teniente cura encargado de administrar los santos sacramentos del Viático y la Extremaunción a los feligreses comprendidos dentro del casco urbano señalado en la relación correspondiente a dicha demarcación y ya mencionada más arriba, coincidente con los barrios y calles más distantes de la parroquia de San Bartolomé. De inmediato pasa a nombrar para ocupar el cargo clerical correspondiente en la auxiliar a D. Manuel Aguilera, ex regular carmelita descalzo, en cuya persona, según opinión del obispo, concurrían las cualidades necesarias para su ostentación. No obstante y aunque denegado, fue solicitado dicho cargo por Francisco Avilés Alcaide, ex regular observante de la orden de San Francisco y natural de la localidad.
Iglesia de San Sebastián de Montoro. 2013. Fuente: Pedro J. Delgado |
Establecida ya la citada iglesia auxiliar en la ermita de San Sebastián, en esas fechas y no en tiempos anteriores, su dependencia jerárquica de San Bartolomé y por tanto de su vicario, rector y cura, trajo consigo su ingerencia en asuntos relativos a la misma, con los consiguientes roces o fricciones con su teniente cura. En junio de 1811, además de dar cuenta de la carencia de vaso y faroles para poder administrar el Santo Viático, solicitan el establecimiento del Santísimo Sacramento en la misma para suministrar la Eucaristía, a la vez que insinúan la conveniencia de que el sacerdote a su frente atienda en el confesionario a muchas gentes infelices, que por no tener adorno necesario, no pueden venir a la parroquia (8).
No fueron fáciles los primeros años en el desarrollo de sus labores pastorales de los curas al frente de la iglesia auxiliar de S. Sebastián, unas veces debido a cuestiones económicas, otras con su enfrentamiento con los curas de la parroquia. El mencionado d. Manuel Aguilera, al poco tiempo de tomar posesión de su cargo, se quejaba amargamente de no recibir su renta, hasta el punto de solicitar otro destino si esta situación se prolongase más de lo debido, o bien se le adelantasen algunos cuartos para su subsistencia.
No todo fueron lamentos de corte económico que, no cabe duda, ocupaban un lugar primigenio en las necesidades vitales del interesado. Sin embargo existieron otros que el sacerdote encargado de S. Sebastián consideraba como ofensivos y atentatorios contra su propio honor, en tanto que las acciones llevadas a cabo por sus superiores jerárquicos dentro de la localidad, imaginaba que lesionaban gravemente sus potestades. Así, consideró el hecho, comunicándolo al obispo, de no haberle permitido celebrar los Santos Oficios en Semana Santa dentro de su iglesia, en detrimento suyo, al ser sustituido en esta misión por uno de los auxiliares de S. Bartolomé. La intervención del prelado, recabando información sobre el evento no se hizo esperar, en tanto que la respuesta del vicario montoreño, guardando el respeto debido a la jerarquía, se presenta en términos muy firmes, apoyando su actuación en los decretos sinodales y la costumbre existente en la localidad, cubriéndola con un manto de legalidad.
Antigua Virgen de las Angustias de Montoro en la Iglesia de San Sebastián. Años veinte? |
No quedaron reducidas las fricciones entre los curas de San Bartolomé y la auxiliar de San Sebastián a los casos expuestos hasta ahora. En 5, con motivo de ser nombrado Mariano José Pariente cura de dicha auxiliar, de acuerdo con el nuevo plan parroquial aprobado por el rey, se dirige al prelado quejándose del aumento de demarcación que se le había asignado con respecto al señalado hasta entonces. De nuevo se sucede el intervencionismo del prelado, exigiendo al clero de San Bartolomé ceñirse a lo preceptuado anteriormente. Y otra vez el vicario, con el apoyo de los dos curas de su parroquia, justifica su actitud en intentar conseguir un reparto equitativo de las tareas pastorales, pues en las mismas condiciones ellos eran los receptores de una carga superior a la que recaía sobre la auxiliar y de mucho más trabajo por el nuevo establecimiento del Campo Santo (9).
Nada más iniciado el año 1820, el prelado Trevilla se dirige de nuevo al vicario, rector y curas de Montoro, solicitándole opinión sobre lo que tengan por conveniente, a fin de formar el arreglo adecuado en la auxiliar de San Sebastián que, de manera definitiva, se ha ordenado establecer. Prolija resulta la respuesta del mencionado clero, puntualizando muy minuciosamente todo lo acontecido –y ya relatado- en 9915. Da a conocer la respuesta positiva en la ayuda proporcionada por el nuevo cura ecónomo nombrado, quien voluntariamente había colaborado, siempre dentro de los límites señalados, a sus servicios a prestar al vecindario. Sin embargo, consideran que en tanto no se cambien la normativa de limitación de sus facultades, reducida únicamente a la administración de Santo Viático, Extremaunción y explicación de la doctrina cristiana, y se le concediese autorización para la ayuda de altar y administrar otros sacramento, además de no contar aún en su templo con los utensilios necesarios para ejercer estas funciones, seria legalmente imposible asignarle otras funciones.
Antigua Virgen de las Angustias en la Iglesia de San Sebastián. Años 20? |
Creen ser absolutamente injusto la desproporción existente entre el reparto del trabajo y la equivalencia de sus respuestas, por lo que se inclinan a proponer una ampliación de las calles a abarcar por su feligresía, con el consiguiente aumento del vecindario a proporcionarle el pasto espiritual adecuado. El buscar soluciones en donde se concretase el apoyo del cura de San Sebastián a la parroquia de San Bartolomé, no seria muy plausible, pues iría en detrimento de su obligación de continua residencia en su iglesia, objeto esencial para la que había sido erigida como auxiliar. La solución proporcionada por el obispo, ante la respuesta, se limita a señalar que se continúe en la misma situación hasta tanto llegue el caso de ser agregadas las rentas consideradas como necesarias a dicha auxiliar y señaladas en el plan previsto.
Bien puede deducirse de los eventos planteados, una andadura nada fácil en el establecimiento de la iglesia de San Sebastián como parroquia auxiliar de la matriz de San Bartolomé. Pero creemos que estas dificultades no son exclusivas a los templos de esta ciudad, sino que concurren en otras localidades en idénticas circunstancias.
NOTAS:
(1) L. Palacios Bañuelos, Historia de Córdoba. La etapa contemporánea (1808-1936). Córdoba, 1990. 64.
(2) El decreto se halla incluido en un documento compuesto por varias piezas relativas a todo el proceso que aquí se estudia y contenido en un libro suelto en archivo general del Obispado de Córdoba (AGOC), Secretaria. “Sobre la erección de una iglesia auxiliar de la parroquia de Montoro y…de la aldea de la Coronada.
(3 )Ibid. Fol. 3 r.-4 r. El celebrado autor teatral, entonces al servicio de José I, había sido ordenado de primera tonsura en octubre de 1889, recibiendo de inmediato una prestamera no muy pingüe –trescientos ducados- en el obispado de Burgos. Después de haber sido nombrado Secretario de Interpretación de Lenguas – de cuyo oficio existen diversas muestras en el archivo catedralicio cordobés-, obtuvo el beneficio a que hacemos referencia de la iglesia de Montoro, además de una pensión de seiscientos ducados sobre la mitra de Oviedo. L. Fernández de Moratín, la Comedia Nueva. El sí de las Niñas. Edición de J. Dowling y R. Andioc. Editorial Castalia. Madrid, 1975, 10, 11 y 20.
(4) Este dato es coincidente con las aseveraciones hechas por L. M. RAMIREZ DE LAS CASAS DEZA, COROGRAFÍA histórico-estadística de la provincia y obispado. Córdoba, 986, 352.
(5) Agoc., Secretaría. “Sobre la erección…”, fol. 9 v. -10 v.
(6) M. CRIADO HOYO, Apuntes para la Historia de la Ciudad de Montoro. Córdoba, 1983, 182- 83 y 335-70. Nos llama poderosamente la atención el que pase inadvertido a este autor la presencia del monarca José Bonaparte en Montoro en la fecha del 6 de mayo de 111810, hecho señalado por otros, sabiendo que su principal fuente de información la constituyó las actas capitulares.
(7) Casi a mediados del siglo en número de casas y calles no ha variado sustancialmente, aunque sí sucede en el de habitantes, según los datos que nos proporciona L.M. RAMIREZ y LAS CASAS DEZA, Corografía histórico-estadística…, 353. Vid. También M. Rosario LARA VEGA, “La imagen de Montoro en el siglo XIX y primeros del XX”, El Eco de Montoro, año 1, nº 1, 59-64.
(8) AGOC., Secretaria. “Sobre la erección…”, documento fechado el 12 de junio de 1811.
(9) Ibid., documento fechado el 19 de marzo de 1815. La alusión a la apertura del cementerio responde a la política iniciada por Carlos III, acompañada de las consiguientes disposiciones, en su afán de sacar los enterramientos de las iglesias, como medida sanitaria, y continuada por Fernando VII.
Me ha gustado este articulo, profusamente documentado. Sobre todo porque aflora una hecho, para mí desconocido, como es la estancia de Jose Bonaparte en Montoro.
ResponderEliminarMi más cordial enhorabuena.