Nazareno de Montoro en la Plaza de Jesús a inicios del pasado siglo. Detalle de hermanos de luz vestidos con la tradicional túnica de Padre Jesús. |
Francisco José Aguilar Pérez
La Semana Santa en España y más concretamente en Andalucía, es una manifestación religiosa multitudinaria en la que participamos gran parte de los andaluces, está enraizada en el ser y en el genio andaluz. El pueblo andaluz por antonomasia es emotivo, gustándonos manifestar nuestros sentimientos de forma colectiva y sin el rubor que experimentan más allá de nuestras fronteras; esa puede ser la razón por la que nuestras Semanas Santas tienen un sello especial a las del resto de España. Este sello diferencial puede ser debido seguramente también a nuestro clima benigno o a nuestro entorno natural sureño de una prodigalidad excepcional, especialmente en primavera cuando se celebra la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Cristo. Los montoreños que vivimos a orillas del Guadalquivir, no podemos estar ajenos a estas manifestaciones religiosas de nuestra tierra, más aún estando en un solar milenario, heredero de culturas que tanto valor le daban a divinidad como eje de la vida de los hombres.
¿Pero como surgieron las cofradías y como salían a la calle los antiguos cofrades montoreños en nuestra Semana Santa?. Las cofradías penitenciales de Semana Santa hunden sus raíces en el culto a la Pasión de Cristo iniciado a partir del siglo XIII en Italia, extendiéndose en las dos centurias siguientes por Francia, Alemania, Países Bajos y por la parte occidental de la cuenca mediterránea, coincidiendo en el tiempo con las grandes calamidades (guerras, hambrunas, pestes) que sufrían los europeos. Durante los siglos XIII y XIV las mentes supersticiosas de la época, achacaban estos desastres al castigo divino, apareciendo grupos que abogaban por la flagelación como única solución para aplacar la ira de Dios. Proliferaron por tanto cofradías o grupos de disciplinantes que se flagelaban o azotaban públicamente sobre todo el Jueves y Viernes Santo imitando los tormentos sufridos por nuestro Salvador el Hijo de Dios, así teóricamente conseguían la perfección del espíritu mortificando el cuerpo; era una forma de imitar a Cristo para redimir nuestros pecados, “fortificando el espíritu” como ellos decían.
Apóstol de Montoro en el Postigo a inicios del siglo veinte. Fuente: Archivo Municipal de Montoro. |
Hay que apuntar además, que los hermanos de las antiguas cofradías penitenciales, donde las Cofradías de la Vera-Cruz era las más importantes los había de dos clases; los hermanos de sangre o flagelantes, y los hermanos de luz, que portaban grandes velas o hachas encendidas acompañando el cortejo procesional. La visión de miles de hermanos cofrades de sangre y de luz por todas las poblaciones de la geografía española, ataviados con rudos sacos que dejaban la espalda al aire visiblemente ensangrentada y preservando su identidad con capirote o capillos de lienzo, ya de por sí dejaba al público impresionado. Pero si además, estas manifestaciones se realizaban generalmente a la caída de la tarde, con cirios o hachas encendidas, cantando letanías en el silencio de la noche, acompañados de bocinas o trompetas de metal que sonaban al compás de los chasquidos de los latigazos; la estampa de su contemplación dejaba al pueblo con el alma sobrecogida.
Una de las primeras cofradías penitenciales en Andalucía, sino la primera, fue la de la Vera Cruz de Sevilla, que según se cree y dice salió a la calle por primera vez en 1468, siendo aprobadas sus originarias reglas en 1501. Pero es a partir de la Concesión de indulgencias por el Papa Paolo III en 1536 a todos hermanos disciplinantes que participasen en las cofradías penitenciales, cuando se experimenta una dinamización espectacular de todas ellas, extendiéndose como reguero de aceite por lo largo y ancho de la geografía peninsular e hispanoamericana (variados y extensos países hermanos con los que nos unen fuertes lazos, no sólo en la lengua, sino también culturales y religiosos), sobre todo en el siglo XVI. El original de la concesión dicha bula llegó a la capital primada de España, de donde pasó a Sevilla el día 15 de mayo de 1539. La contrarreforma y el concilio de Trento tuvo mucho que ver en esta revitalización de las cofradías en el mundo cristiano, sobretodo en su afán de luchar contra el protestantismo.
Vamos a ver lo que pasó pocos años después en Montoro con todo lo dicho anteriormente. La cofradía más antigua en nuestra ciudad, como todos sabemos, es la de la Vera Cruz, erradicada en la Iglesia de Santiago desde sus orígenes, siendo auspiciadas con toda seguridad por los franciscanos establecidos en el Convento de San Francisco del Monte en la cercana Villa de Adamuz. La Cofradía de la Vera-Cruz, es junto a las cofradías de Nuestra Señora de las Angustias y la de Jesús Nazareno, las más antiguas que conocemos en Montoro.
Salida de Ntra. Sra. de las Angustias de Montoro la tarde del Jueves Santo de 1934. |
Será en el largo mandato del Obispo de Córdoba don Leopoldo de Austria (1541-1557) tío del Emperador Carlos V, donde este proceso de expansión y potenciación de las cofradías penitenciales se acelera considerablemente, sobre todo para las cofradías de la Vera Cruz, coincidiendo con la terminación de la construcción de la Parroquia Mayor de San Bartolomé donde aún hoy en día se puede observar en la fachada que da a la plaza y en la base de la torre parroquial el escudo de este prelado cordobés. Hay que pensar en este momento, que la cofradía penitencial de la Vera Cruz montoreña estuviera funcionando algunos años antes de la aprobación de sus estatutos en 1554, pero lo más excepcional e interesante de nuestra cofradía es el hecho de que sus reglas por suerte para los montoreños son las más antiguas conservadas hasta el día de hoy en la provincia de Córdoba, dándonos una idea exacta de su funcionamiento. Estas reglas estuvieron a punto de desaparecer en el caos de ignorancia y salvajismo que se produjo en el pasado siglo, me estoy refiriendo a la Guerra Civil española de hace casi ochenta años, donde estuvieron a punto de desaparecer para siempre. Con gran acierto fueron sacadas de archivo parroquial de San Bartolomé a tiempo y felizmente recuperadas para el Archivo Diocesano, devolviéndoles el valor devocional e histórico que siempre tuvieron entre los montoreños, gracias en gran medida a los recientes trabajos y a la labor de investigación de don Manuel Nieto Cumplido y don Juan Aranda Doncel. Los montoreños tuvimos la suerte hace pocas fechas de tener en Montoro estas reglas en una exposición antológica celebrada septiembre de 2013 en la Iglesia de Santiago.
De estas reglas o estatutos sólo voy a entresacar lo que me interesa, remitiendo al lector inquieto por el tema al trabajo y conferencia realizado en 1991 por don Juan Aranda Doncel en los “III encuentros de historia local Alto Guadalquivir”, celebrados en Montoro en la Sala Capitular de nuestro Ayuntamiento titulada; “COFRADIAS PENITENCIALES Y SEMANA SANTA EN MONTORO DURANTE EL SIGLO XVI: LAS CONSTITUCIONES DE LA HERMANDAD DE LA VERA CRUZ”. En el presente número de esta revista “Cruz de Guía de 2014”, amablemente don Juan Aranda nos ha dejado reproducirlo íntegramente, por lo que le estamos muy agradecidos. Pero como digo, ahora sólo me centraré en estas reglas en lo tocante a la indumentaria de los primeros penitentes montoreños; nos dicen así las Reglas de la Vera Cruz de Montoro de 1554 al respecto:
“Otro sí ordenamos que todos nuestros hermanos y cofrades que son y serán en esta nuestra cofradía hagan a su costa cada uno una túnica de lienço blanco que cubra todo su cuerpo hasta los pies con un capirote del mismo lienzo puesto en la cara, por insignia una cruz verde. Y assimismo una disciplina de cáñamo con sus rosetas y ramales, según que en esta nuestra cofradía las tenemos. Y el nuestro prioste les mostrará para que el jueues de la cena cada uno tenga su aparejo y recado, y lo tengan para el dicho effecto y no dispongan dello y que ninguno lo pueda prestar a otro que no sea cofrade para que se discipline el Jueves sancto ni otro ningún día del año ni menos a salir el tal cofrade con ello otro día alguno fuera del jueues de la cena, si no fuere con licencia y parescer de nuestro prioste y officiales, so pena que el que lo tal hiziere pierda la dicha túnica y disciplina y pague mas en pena una libra de cera, todo para el arca de nuestra cofradía y costas que en ella son menester, esto por evitar murmuración y parescer del pueblo”.
“Otro sí ordenamos que todos nuestros hermanos y cofrades que son y serán en esta nuestra cofradía hagan a su costa cada uno una túnica de lienço blanco que cubra todo su cuerpo hasta los pies con un capirote del mismo lienzo puesto en la cara, por insignia una cruz verde. Y assimismo una disciplina de cáñamo con sus rosetas y ramales, según que en esta nuestra cofradía las tenemos. Y el nuestro prioste les mostrará para que el jueues de la cena cada uno tenga su aparejo y recado, y lo tengan para el dicho effecto y no dispongan dello y que ninguno lo pueda prestar a otro que no sea cofrade para que se discipline el Jueves sancto ni otro ningún día del año ni menos a salir el tal cofrade con ello otro día alguno fuera del jueues de la cena, si no fuere con licencia y parescer de nuestro prioste y officiales, so pena que el que lo tal hiziere pierda la dicha túnica y disciplina y pague mas en pena una libra de cera, todo para el arca de nuestra cofradía y costas que en ella son menester, esto por evitar murmuración y parescer del pueblo”.
En imagen las dos tomas más antiguas de una procesión en Montoro, fechadas en 1896, nos muestra como era la procesión de Ntro. Padre Jesús Nazareno y Ntra. Sra. de los Dolores de Montoro. |
Durante los recorridos de las cofradías de Jesús Nazareno en la mañana del Viernes Santo se introducen algunos elementos importantes de cambio, tanto en las formas como en la indumentaria, van descalzos y portan pesadas cruces de madera al hombro en imitación del camino del Calvario de Cristo en vez de flagelarse, van a su vez ataviados con túnicas generalmente moradas, con una soga de esparto ceñida al cuello y a la cintura, capirote o capillo del mismo color. La supresión de los disciplinantes en 1777 por Carlos III afectará radicalmente a las cofradías de sangre, especialmente a las cofradías de la Vera Cruz y potenciará a las cofradías menos radicales como las de Jesús Nazareno, el iniciador de este cambio en la Semana Santa será el Obispo Marcelino Siuri en 1718 con un rechazo frontal y crítica a la religiosidad popular bajo unos parámetros ilustrados, pero el brazo ejecutor en nuestra la provincia será el Obispo Miguel Ángel Cebrián que partir de 1742 intentará y algunas veces conseguirá erradicar algunas tradiciones asentadas a lo largo de los años anteriores. Después vendrían muchos más ataques a nuestra religiosidad popular en momentos puntuales de nuestra historia, tanto por parte de la autoridad eclesiástica como gubernamental, pero no quiero detener en ello, pues más bien mal si los montoreños hemos ido sorteando todos esos ataques y saliendo a la calle acompañando a nuestro querido Nazareno.
Túnica de Padre Jesús de Montoro a finales del S.XIX en esta fotografía de grupo. |
Cofrades con la túnica de Padre Jesús a finales del S.XIX. Fuente: Archivo José Meroño |
La parte más noble de la indumentaria está generalmente compuesta por los cordones de yesca, que según la opulencia económica de su portador hacen más hincapié en los bordados de los detalles de la pasión de Cristo en sus tradicionales “canutillos” y sobre todo en su pecherín, que representa al nazareno con su túnica morada y su Cruz a cuesta, generalmente con una cara recordada en papel o tela haciendo la veces del rostro de Nuestro Salvador, rodeado de rosa bordadas con pequeñas lentejuelas y alambres artísticamente y primorosamente colocados. Este pecherín, representa al Nazareno en miniatura recogiendo a su vez el cordón de yesca que rodea el cuello del cofrade nazareno, realizando la función además de juntar los cordones que proceden del cuello, para a partir de él también volverlo a dividir y dirigirlo en dos ramales independientes a derecha e izquierda hasta caer por debajo de la cintura en forma paralela y siempre en el frontal de hermano nazareno en dos ramales hasta los pies. Con casi toda seguridad es una evolución de las antiguas disciplinas, pues estos ramales junto con el tercero que sale directamente del cinturón de los cordones de yesca, terminan en unos artísticos madroños que imitan este elemento de las antiguas disciplinas.
Detalle de los cordones. Fuente: Francisco Aguilar |
Detalle de los canutillos. Fuente: Francisco Aguilar |
Detalle de los canutillos Fuente: Francisco Aguilar |
Parte central bordada a mano Fuente: Fancisco Aguilar |
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