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miércoles, 17 de octubre de 2012

Expolio en el patrimonio rural de Montoro: Escudo de los Camacho

Puente Mayor de Montoro y Sierra. Años 50. Fuente: Fototeca Pasión por Montoro
Hace algunos meses leía unas palabras de la arqueóloga coruñesa Carmen Martínez, la cual afirmaba que “cualquier objeto custodiado en edificios eclesiásticos se puede robar. Si te lo propones, te lo llevas muy fácil. Lo único que no te puedes llevar del patrimonio es el edificio." Pues bien, esta afirmación es ampliable a la mayoría de nuestro patrimomio rural, que sufre constantemente la presencia de los amigos de lo ajeno. Para ser conscientes de la situación actual tenemos que tener en cuenta que el comercio fraudulento de arte es el tercero del tráfico ilícito mundial, solo por detrás de las armas y las drogas. Teniendo a nuestra disposición un sin fin de escudos heráldicos, inscripciones, elementos decorativos y demás, esparcidos por la Sierra de Montoro, es uno de los principales reclamos para ladrones que en muchas ocasiones no son conscientes del valor real de la pieza.
El saqueo del patrimonio artístico se ha llevado a cabo en todos los tiempos y por todo tipo de gentes, incluso con autorización de los gobiernos nacionales para abastecer los museos, pues en todo tiempo ha existido el coleccionismo. Los romanos fueron unos grandes coleccionistas de antigüedades griegas. A partir del siglo III a. de C. los ricos conquistadores comenzaron a formar colecciones y participaron en una primera fase del pillaje a gran escala de la Grecia Clásica. En la Edad Media y tras el pillaje de los bárbaros, las antigüedades no suscitaron tanta admiración. El tráfico de objetos culturales, sin embargo, continuó. Un primer gabinete de antigüedades se formó en el siglo XII en Roma. En Venecia un fuerte comercio de antigüedades, en parte de origen oriental, se desarrolló desde el siglo XIV. La reunión de colecciones no nace, pues, con el Renacimiento y el Humanismo, aunque se revitaliza fuertemente con estos dos movimientos, pero ahora extendido también a la antigüedad romana. La afición comenzó primero entre los humanistas y eruditos, pero luego se extendió a los príncipes y mecenas de la nobleza. De igual modo se seguirá sucediendo a lo largo de los siglos, llegando hasta nuestros días.
-Escudo heráldico de la fachada del Molino de San Fernando. Montoro
Interior del Molino de San Fernando. Montoro
El Molino de San Fernando se encuentra situado en un amplio llano de olivar en el cruce de dos caminos, cercano al entorno del río Guadalquivir en dirección a Villa del Río. Cuenta con una estructura cerrada de planta sensiblemente triangular y dos accesos. Uno comporta mayor control y menor escala a través del señorío mientras que el otro permite un acceso directo al patio del molino desde el camino principal. Apoyadas en dos de los frentes del patio se encuentran las almazaras, las cuales están unidas por una construcción de dos plantas de altura destinada a almacén, vivienda y pajar, produciéndose el acceso a la planta superior mediante una escalera exterior. Además, en prolongación de una de las almazaras, dispuesto perpendicularmente al camino principal, se localiza el señorío. 
La estructura de ambos molinos es lineal, con arcada central de cuatro vanos de igual luz, torre de contrapeso de sillares de piedra molinaza a modo de muro regruesado para dos vigas y zona de molienda a continuación de ésta. En la actualidad, uno de ellos, fechado en 1733, se encuentra en buen estado de conservación, aunque las cubiertas originales han sido sustituidas recientemente por unas de tipo ligero. El señorío posee un gran interés por su especial configuración y antigüedad. Fechado en 1725, responde a una estructura de muros de carga de sillares de piedra molinaza vista con la puerta de ingreso singularizada mediante una portada de piedra con frontón partido. Hasta hace algunos años podríamos apreciar el escudo de piedra con las armas de los señores Camacho, recientemente expoliado. En el exterior, en lugar del característico aljibe o perezón, existe un pozo que está unido a un sistema de canalizaciones que conduce el agua a la almazara.
Escudo de los Camacho. Años 2001.
Para analizar el presente escudo haremos referencia al estudio elaborado por Mª Ángeles Jordano sobre la heráldica presente en nuestro pueblo. Trabajo que fue confeccionado en el 2001 y que debería de ser actualizado ya que como exponía la profesora de Historia del Arte de la Universidad de Córdoba, existía riesgo de saqueo al encontrarse cerca de la carretera. Pese a encontrarse a varios metros de altura, así ha sido, hace algún tiempo el cuerpo principal del escudo ha sido arrancado del paramento.  La última vez que visité el Molino creo recordar que el medallón superior si se ha conservado por el momento. 
Sobre tres ondas de agua y acolado por cruz de la Orden de Calatrava, un torreón donjonado y mazonado, acompañado de dos árboles arrancados y dos estrellas encima de éstos, estas son las Armas de Camacho.
El escudo nos aparece sobre una cartela con profusa decoración de hojarasca que remata a ambos lados en sendas cornucopias rebosantes de flores y, bajo la punta del escudo, un pequeño ramillete con el mismo tipo de flores. Por timbre, un casco de perfil hacia la diestra, con la visera entreabierta dejando ver cuatro rejillas y empenechado. Es un casco propio de hidalgo antiguo.
Por encima del casco y en pieza independiente de la del escudo, pero con el mismo estilo, se encuentra una placa recortada típicamente barroca, con un medallón pétreo con la siguiente inscripción: "ARMAS / DE LOS SE /ÑORES CA / MACHOS". Este medallón lleva su propia cartela, que es de hojarasca abundante y carnosa, presentando en los flancos sendas orejetas y bajo la punta, un ramillete de florecillas muy similar al que adorna el escudo.
Exterior del Molino de San Fernando
Sin duda alguna, se trata de uno de los escudos mejor identificados y fechados de los analizados en Montoro, pues no sólo queda registrado por la propia inscripción que nos dice que son las armas de los Camacho, sino que además contamos con la fecha de 1725 en la portada de la fachada contigua. Sin embargo, hemos de señalar que el estilo recargado del escudo que pone de manifiesto un barroco bien tardío, que incluso podríamos clasificar estilísticamente como rococó, por la cantidad de tornapuntas, las cornucopias y la carnosidad de la hojarasca, nos hace inclinarnos a pensar que el escudo fue labrado ya en la segunda mitad de la centuria, en la que fue añadido a la fachada.
En cuanto a la casería, hay que resaltar la intrínseca belleza de la piedra molinaza típica de Montoro, a la que aquí se le ha sabido sacar doble partido por el llagueado, muy ancho y bien encalado que presta ese contundente juego policromo entre el intenso tono rojizo de la piedra y el blanco puro de la cal. Esto se pone de manifiesto muy claramente en la fachada norte, de gran desarrollo horizontal, como suele ser frecuente en esta arquitectura de carácter agrícola. En el extremo más cercano a la carretera se halla la portada, de marcado estilo barroco, compuesta de vano adintelado sobre anchas pilastras toscanas, toda trabada en grandes sillares de cantería. Soportan un ancho dintel y sobre él, el frontón triangular partido y rematado por pequeñas pilastrillas que apean pirámides coronadas por bolas.
Termina el muro con un óculo. La sencilla portada queda embellecida por su contraste con el blanco paramento y la casi geométrica disposición de sillares de molinaza en las esquinas a modo de fingido refuerzo. El resto del muro aparece mostrando los sillares y es perforado por ventanas que van alternando su tamaño, y que constan de pequeño saledizo, con rejería y sombrerete. En la parte inferior del muro se aprecian angostas aberturas que corresponderían a una cámara.
Una vez más hemos sido testigos de como unos cuantos han arrebatado parte de nuestra historia, las generaciones venideras ya no podrán ser testigos de una de las piezas más importantes de la heráldica de Montoro al estar presente su origen y datación. 

5 comentarios :

  1. Me suena de haber pasado por aquí, creo que es la carretera que va para la Encarná. La verdad es que es una pena esto era patrimonio de Montoro y ahora por desgracia está en manos de unos pocos. Habría que intentar preservar este tipo de cosas, pero no tengo ni idea de como se podría hacer.

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  2. Es muy desgradable el tema.......... .. Las verdades escuecen...... pero una persona me dijo. tres cosas son reales en la vida........ La noche, el día y la VERDAD.. SIEMPRE APARECEN... Celebro que les haya ido bien en la vida.... eso si acosta de otros.... El parasistismo existe. y existirá.. y solo decir. y no quiero entrar mas en polémica. mientras mi lengua funcione.. pondre palabras..... y a falta de palabras.. hablarán las piedras.

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  3. El caso más vergonzoso de expolio en el patrimonio artístico e histórico de la Sierra de Montoro es el enorme Molino aceitero del siglo XVIII, de San Camilo de Lelis en el montoreño pago del Charco el Novillo. No me gustaría decir esto sobre nosotros mismo; pero como es así, no me importa: El estado de San Camilo y del expolio en general de nuestro patrimonio, refleja y retrata el valor que le damos a lo nuestro. Quizá y esto es lo peor; es la única salida digna que tenemos para desarrollarnos, nos la estamos cerrando nosotros mismo por abandono y apatía. "Ojos que no ven corazón que no siente".

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    1. Por desgracia te tengo que dar la razón Paco, en San Camilo se ha ROBADO casi todo lo "robable" y un poco más. Estoy preparando un artículo sobre el caso de San Camilo, pero antes iré a hacer alguna nueva fotografía por si han ROBADO algo más.

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  4. Estuve muchas veces cuando era pequeño en san Fernando pues mi padre trabajó allí, recuerdo ese escudo pues me llamaba mucho la atención, es una
    pena que ésto esté tan a mano de los amigos de lo ajeno, ojalá aparezca y vuelva a su lugar, san Fernando esconde muchas cosas, una vez limpiando el pozo o haciendo obra en él (no lo recuerdo bien pues hace muchos aňos), apareció una pistola de la guerra que no sé que fué de ella

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