Vista actual de la Ciudad de Montoro. Fuente: Tomás Coronado |
José Ortiz García
Cronista Oficial de Montoro
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Comenzaremos nuestro trabajo expositivo tratando el Lienzo A. Este discurriría a través de la Calles Corredera, Plaza de España, Santiago, Agua, Panaderos y encrucijada con la calle Puente. Este paramento cuya conservación es bastante aceptable, ha sufrido a lo largo del tiempo distintas modificaciones por parte de los moradores de la citada población. Aunque algunas de sus partes más visibles siguen su configuración inicial, otras tantas han sido reformadas y adecuadas a las necesidades. Es así por lo que encontramos numerosas puertas falsas y ventanales, salidas de caños, y otras oquedades difíciles de concretar en su función, encaradas hacia el rio Guadalquivir.
El tramo parte desde la encrucijada de la Plaza Hijas de la Caridad y Herrerías. Desde aquí enlazaba, según tenemos constancia con el Camino Nuevo, el cual era colindante con el lugar anteriormente señalado. Lo más posible, es que en esta zona existiese una de las puertas principales de la población, conectando con el Camino Ancho.
Vista general del Camino Nuevo en los sesenta Fuente: Archivo Diputación de Córdoba |
Desde el Camino Nuevo, la muralla torna su sentido hacia el Noreste. En algunas partes, observamos la presencia de posibles restos murarios que se asemejan bastante, a ciertas tipologías presentes en las torres salientes del lienzo. En otros casos, debido a su morfología en bancadas y tamaño más reducido, se levantan contrafuertes que acicalan de la muralla.
El primero de los restos que hallamos, lo observamos bajo unos pilares de hierro que sujetan una vivienda de la calle Corredera. Vemos que se trata de una gran mole de calicanto, el cual se encuentra claramente desplazado de su lugar de origen, atestiguando sin duda alguna, la proximidad al lugar de una construcción de importancia relacionada con nuestro recinto amurallado.
Siguiendo el discurrir del lienzo, topamos con una construcción compuesta por sillares, de gran solidez, y de trazado cuadrangular. Exterioriza numerosas aberturas para la salida de las aguas, y se encuentra de igual modo retacado por ladrillo visto, que repara las oquedades que los agentes meteorológicos han producido en la citada edificación.
Una vez que llegamos a la altura de la calle Agua, el muro que hemos seguido desaparece hacia el interior de las viviendas. La orientación que sigue en el momento de su pérdida, nos lleva a concluir dicho tramo en la Ermita de Santiago. Este templo parece que levanta sus muros, partiendo de lo que parece un basamento de muralla.
Parte de la muralla a la altura de Corredera 15,13,11 en la actualidad. |
Si consideramos el origen de esta edificación en una de las torres de la muralla, podemos establecer que esta funcionase como torre coracha, lo cual supone que la calle que hoy en día ostenta este nombre, hunda las raíces de su topónimo en esta edificación. Este hipotético torreón presenta tres registros diferenciados. El más cercano al suelo, presenta una altitud de unos seis metros y medio. Se constituye a base de sillarejo, con un nódulo medio de 35-40-cm. x 20-25 cm. Tras esta parte, se alza otro registro con una altura de unos dos metros. Presenta sus sillares perfectamente conformados, con un nódulo de mayores consideraciones (70-90 cm. x 30-35 cm). En ambos tramos, observamos la práctica de llagueado entre los sillares (especialmente en el segundo registro). Sobre los anteriores cuerpos descritos, encontramos un tercer nivel donde se alza la obra religiosa edificada en tapial. La técnica constructiva empleada se conoce de cremallera, en la que los cajones de tapia se ven engarzados en el aparejo de sillería, reforzando de este modo la construcción.
Llegados a estos extremos nuestro lienzo cambia el sentido de su orientación hacia el Oeste. Desde la citada ermita, parte un posible tramo murario que sigue las pautas del descrito en el basamento inicial del recinto religioso. La proximidad de este lugar con el Puente de las Donadas, caminos reales con destino para las tierras y poblaciones de la Sierra, y la presencia vital de varios molinos harineros de importancia, inducen a establecer en las proximidades de la encrucijada de las calles Coracha, Puente, Santiago y Carne una más que probable puerta de acceso. Dicha hipótesis se nos confirma al hallar un dato, que aunque indirecto, nos acerca a un pequeño postigo, conociéndose dicho lugar por los moradores de la villa de Montoro como Portillo de Santiago. A partir de este lugar, pasamos a estudiar el lienzo B.
Iglesia de Santiago de Montoro en 1962. Fuente: Archivo herederos Diego Muñoz-Cobo |
El lienzo B, lo establecemos desde el mencionado Portillo de Santiago, pasando por las calles Coracha, Grajas, Criado y parte final de la calle Marín. Discurre nuestro lienzo por la calle Coracha, llegando hasta la conocida pareja, donde parece conservarse una pequeña torre fosilizada dentro de una casa actual, y aprovechada como vivienda particular. No sabemos si se trata de una de las dos torres a las que se hace referencia en un documento del siglo XVIII, y en el cual se nos refleja su ubicación en la citada calle. Al llegar a esta altura, la muralla vuelve a cambiar de sentido hacia el Oeste. Desde aquí se dirigiría hacia la calle Grajas, donde según una leyenda que recoge en su obra Martinez Reguera, nos establece en las proximidades de esta calle un antiguo torreón. Sabemos que en el siglo XVII, existía en las inmediaciones de esta calle evidencias acerca de un palomar, al cual los habitantes de esta población decían de la Torre de las Grajas.
Siguiendo la orientación establecida llegaríamos a la parte baja de la calle Marín conocida en época medieval y moderna, como de la Pontezuela o Pontecilla.
Desde esta cloaca, comenzamos la descripción del lienzo C. Aunque no podemos precisar de un modo seguro cual era el recorrido de la franja muraria por la zona que vamos a intentar analizar, y pretendiendo seguir nuestros planteamientos de reconstrucción hipotética del mismo modo, hemos incorporado a la metodología seguida diversas cotas topográficas o curvas de nivel del terreno, a igual que la propia configuración urbana de la red de calles. Hemos de tener en cuenta que la muralla cambia el sentido de su orientación hacia el Suroeste.
Analizando los antiguos nombres, y la morfología de las calles que se encontraban en la expresada época dentro del perímetro amurallado, apreciamos en las calles Los Laras, Don Lorenzo y Cantones, un fuerte desnivel de un lado a otro de la vía, estableciéndose en esta característica inicial una posible referencia para establecer unas posteriores consideraciones.
Vista de la muralla desde el Camino Nuevo en 1962. Fuente: Archivo Diputación de Córdoba |
Es muy probable que los poyatos, que se integran en las citadas calles sirvan para salvar el desnivel, levantándose sobre los restos de la antigua muralla. Estos parecen haber quedado fosilizados en el interior de las bancadas, o incluso formando parte constituyente de las propias viviendas.
Al llegar a la altura de la manzana de casas existente entre la Calle La Paz y Cantones, y conociendo la toponimia antigua del lugar, podemos afirmar que a pesar de no conocer por donde discurre exactamente el lienzo, por la falta absoluta de restos visibles en el tramo viario, deducimos que se encontraría muy próximo debido a que en esta zona se le conocía como el Barrio Nuevo, lo que plantea que el susodicho emplazamiento se situase a extramuros.
Criado Hoyo nos informa en su obra, la existencia de un antiguo baluarte en la parte más occidental de la calle Pescadores. En los años veinte del pasado siglo quedaban restos de dicho elemento defensivo.
En este lugar la muralla torna su sentido hacia el Sureste, estudiando el tramo comprendido entre las calles, Arco, Clavel, Plaza de San Miguel, y parte más occidental de la calle Santos Isasa, como lienzo D. bordearía la partes traseras de la calle Clavel, y Plazuela de San Miguel. Desde esta, el tramo se dirigiría en línea recta a la zona conocida como el Portillo. En éste lugar se ha conservado bastante bien la propia toponimia del lugar, que hace referencia a la existencia de una antigua fuente, cuyos moradores la distinguían de otras por la cercanía a esta posible puerta.
Interior de la Torremocha, cara sur. |
Esta pequeña abertura conectaría la urbe con el barco anteriormente reseñado, con un molino de aceite conocido por el del Barranco, y con un resquicio de casas del citado Barrio Nuevo, que llegarían a la parte baja de este lugar.
Desde esta zona discurre por la calle de Santos Isasa, hasta llegar al arco conocido de la Torre Mocha. Este nombre viene dado por la torre que aun se conserva dentro de una vivienda particular. Será en esta zona donde establezcamos otra de las puertas de la ciudad, aunque no con la ubicación que se le confiere desde épocas anteriores.
La torre en cuestión, se edifica aprovechando una construcción mucho más antigua a la conservada, erigiendo sus muros sobre una vieja cimentación de calicanto.
Esta abertura, comunicaría la población con el muladar de la Paloma localizado a extramuros, y colindante con el barranco y el citado arroyo, y con otro camino que llegaría hasta la zona del Arrabal, establecido donde hoy se encuentra las calles Domingo de Lara, Cordoneros, Duques, Antonio Enríquez Gómez, Llana, Cerrillo, Losillas, Cruz, y Francos.
La muralla tornaría su disposición, más hacia el Oeste buscando la zona de la actual Plaza de Abastos, parte del Casino colindante a la Parroquia de Nuestra Sra. del Carmen y Poyato de San Jacinto. La zona del Poyato de San Jacinto, es conocida en la antigüedad como el Portichuelo. Esto nos lleva a plantear de la existencia de una nueva puerta que conectaría la urbe con el arrabal, y con los caminos que se dirigen al Castillo de la Cava, Corredera de los Molinos y Camino de Córdoba.
Desde aquí bordearía la actual Plaza del Charco, con dirección noreste hasta llegar a la calle Rosario por donde existiría un acceso al Castillo de la Cava, enlazando tras el mismo con la puerta inicial del lienzo A.
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